viernes, 26 de diciembre de 2014

El corazón de las tinieblas // Joseph Conrad (1889)


«Había en él especialmente un río, un caudaloso río, que uno podía ver en el mapa, como una inmensa serpiente enroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo ondulado a lo largo de una amplia región y la cola perdida en las profundidades del territorio».


Tiempo ha que vengo pensando en adquirir cuerpo, dejar de ser un mero ente representado por una corbata, unas gafas con sombrero y una pelusilla bajo la montura y adueñarme de un soporte, un espacio digamos más “físico” donde poder manifestarme, donde mostrar mi invisibilidad. Como comprenderéis son muchos los problemas añadidos de ser ajeno a los demás, de pasar tan desapercibido que nadie repare siquiera en ti. Es, para que os hagáis una idea, como si no existiera. Por eso la idea de materializarme ha ido poco a poco cogiendo peso, tanto, que hasta se ha hecho realidad.

Y es hoy, si precisamente hoy, cuando os vengo a presentar mi flamante cuerpo nuevo, recién salidito de la fábrica de Blogger. Os doy la bienvenida al Blog de EL LECTOR INVISIBLE; un lugar donde poder desahogar mis inquietudes bibliófilas y mostrar mi humilde punto de vista sobre aquellos libros que tengo la fortuna de poder disfrutar.

Para esta primera lectura he escogido un libro que tenía en mi lista de pendientes desde hace mucho tiempo y que por azares de la vida no había tenido oportunidad de leer hasta ahora, y eso que tan sólo contiene poco más de 100 páginas, vamos un par de tardes bien empleadas. Hablo de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, una cortísima novela de aventuras escrita en los albores del siglo XIX, por un intrépido y universal polaco.

Con un marcado acento autobiográfico, basado en las propias experiencias del autor, El corazón de las tinieblas se nos presenta como una novela descaradamente descriptiva, donde el paisaje adquiere un sombrío y misterioso protagonismo más allá de la mera ambientación. No obstante lo que por momentos dota de una singular riqueza al relato, muy esmerado y estético, rondando lo poético, puede volverse recargado a ratos llegando incluso a abrumar. También los personajes se me han antojado un tanto lejanos y superficiales, ya que salvo en contadas situaciones, no he llegado a conectar con ellos.

En cuanto al argumento, como ya he dicho basado en la propia vida de Conrad, narra la aventura que emprende un marino británico impulsado por su atracción por lo exótico y su afán de explorar lo desconocido, hacia el corazón del continente africano. Por el camino irá adentrándose no sólo en una omnipresente y tenebrosa selva que domina todo el relato impregnándolo de una atmósfera oscura, penetrante y atrayente, sino también en el modelo social predominante en aquellas tierras ignotas, el colonialismo.

La historia se desarrolla en sus dos últimos tercios en el transcurso de la misión en la que el protagonista Marlow se ve envuelto. A manos de su vapor debe remontar un gran río para ir al encuentro de un misterioso comerciante de marfil, el Señor Kurtz, un espléndido hombre, carismático y poderoso pero autoritario y sin escrúpulos, un personaje al más puro estilo del lobo Larsen de Jack London.

Con una clara crítica social al colonialismo de la época donde imperaba la explotación económica en detrimento de la población nativa, Conrad nos sumerge en un mundo fascinante, lleno de matices y reflexiones, pero que sin embargo y tal vez como consecuencia de la cortedad del libro, se me ha quedado un tanto insípido. Quizás fuera yo que esperaba más, aunque por otro lado tampoco me ha defraudado, es un libro de aventuras con una rica prosa y un marcado trasfondo social.
Fd: El lector Invisible
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