jueves, 9 de julio de 2015

Tren nocturno a Lisboa // Pascal Mercier (2004)

«Era el tren, no él, quien decidía que este viaje continuara, este viaje tan despierto y real que lo sacaba a cada hora que pasaba, en cada estación, fuera de la vida llevada hasta entonces».

Emprender un viaje. Pocas acciones hay tan simples y a la vez tan complicadas, tan mágicas y excitantes. Para mi hay pocas sensaciones equiparables a la de tomar asiento en una amplia y confortable butaca de un tren cualquiera y libro en mano emprender una nueva aventura bajo el ocaso del día. Los viajes son momentos para nosotros, para aferrarse a lo indispensable y divagar pensando en el destino. Incluso los trayectos más triviales o rutinarios tienen siempre algo de renovador; esa esencia de dejar atrás el pasado y enfrentarte al futuro. Nos encanta viajar y que mejor manera en este caso de hacerlo, que viajando en Tren nocturno a Lisboa de manos de Pascal Mercier.

Pascal Mercier, seudónimo de Peter Bieri en esta novela, nos presenta a Raimund Gregorius un arquetípico profesor suizo de lenguas clásicas, de meticuloso proceder y calculado obrar, que vive por y para los textos antiguos. Quizás algo aburrido y anodino, una pizca insustancial y previsible, todo cambia en su vida cuando de repente la casualidad le enfrenta a una palabra y un libro.

“português

De esta manera, sin avisar, todo lo que Gregorius creía seguro y firme comienza a descomponerse. Las palabras de ese desconocido autor portugués parecen estar escritas por y para él, y en su interior se enciende la urgente necesidad de conocer la historia de ese orfebre de las palabras que parece conocer todas las respuestas a las latentes preguntas de su vida. A través de la doble vida que le proporciona el libro del médico y poeta Amadeu de Prado, Gregorius comienza a tomar conciencia de su propia vida.

A mi entender, y pese a la avanzada edad del protagonista, esta novela tiene muchos tintes de novela de iniciación o de aprendizaje y precisamente es ahí donde encuentro la mayor controversia. Si bien es cierto que se trata de un aprendizaje tardío, asociado a la edad adulta y que casa a la perfección con el otro subgénero predominante, el filosófico, el ritmo, las acciones y las cuestiones que preocupan al protagonista se me antojaron un tanto distantes, confusas para este subgénero. Además en ningún momento llegué a conectar con el protagonista ni con ninguno de los otros personajes secundarios, casi todos bien entrados en la vejez.

En definitiva, Tren nocturno a Lisboa es un libro inspirador, que nos recuerda lo importante que es vivir con intensidad y apreciar cada momento de nuestra vida. Es una lección de filosofía muy bien llevada y nada pesada. Nos habla de valentía y de resistencia, de amor por las palabras y amor por la vida, de trenes, caminos y rieles que conducen nuestra vida, pero también de saltos, paradas e intercambios. Al final, somos nosotros quien decidimos nuestro futuro.
Fd: El lector Invisible


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