miércoles, 12 de agosto de 2015

Son de mar // Manuel Vicent (1999)

«Ulises se preguntaba por qué navegar por el Mediterráneo se asimilaba constantemente a un hecho feliz cuando en los textos mitológicos el acto de embarcarse siempre va acompañado de lágrimas en los ojos y de terror en el corazón de los héroes ».

Cuando siento abulia o ese típico tedio de los largos y sofocantes días de verano, sólo en el mar encuentro consuelo. Ir a pasear por la playa, sumergirme bajo las olas y disfrutar de la sal en mis labios, bucear, descansar, sentir la respiración de la inmensa masa de agua. La vida entorno al mar es intensa y muy sensorial, y no hay mejor manera para captar esas sensaciones que mediante la lectura. Con un libro entre tus manos, los sentimientos se materializan, cobran cuerpo plasmándose entre las hojas, instalándose entre los puntos y aparte en forma de imágenes, salitre y los sonidos del mar. Un refuerzo positivo es lo que ofrece Manuel Vicent en su obra más popular, Son de Mar.

En ella, nos dejamos llevar por la brisa marina y los influjos de tiempos pasados, donde héroes y dioses pugnan por la supremacía del recuerdo. Es una narración paralela entre los sueños, la mitología y la realidad, con una dosis extra de mediterráneidad. Manuel Vicent consigue con esta obra transportarnos a orillas del levante, entre naranjos y pescadores, entre atunes y azahar para que seamos presa de la epidemia de esta tierra, que altera los sentidos y exacerba las pasiones.

«El olor a miel que se establecía en este paraje de Circea durante la floración de los naranjos actuaba como uno de esos meteoros que generan pasiones horrendas e irresponsables en otras partes del planeta. Bajo su influencia cualquiera podía soñar impunemente».

Son de Mar nos presenta a un desaliñado profesor de literatura, Ulises, que sueña despierto con los clásicos de Homero y Virgilio. Un hombre que vive atrapado en y para sus enseñanzas y que sólo sobrevuela el mar con su imaginación. Pero todo cambia con Martina. Ella es dulce y transparente, ávida de historias que le hagan estremecer y le transporten a una cueva de humedad y seguridad. Juntos comienzan una bella y poética historia de amor, que sólo el mar es capaz de romper, cuando el destino hace justicia con el nombre de Ulises.

En conclusión, una novela con la fuerza del mar, llena de simbolismos y referencias clásicas de donde se infiere la inmortalidad de ideas clásicas como la búsqueda de la propia identidad o las segundas oportunidades. Manuel Vicent consigue hacer ágil y amena una historia de amor y tormenta, de sentimientos y sueños. Sin duda una lectura inmejorable para estos meses de verano y a ser posible para degustar frente al mar.

Fd: El lector Invisible


miércoles, 5 de agosto de 2015

Plataforma // Michel Houellebecq (2001)

«Así que -continué- por una parte tienes varios cientos de millones de occidentales que tienen todo lo que quieren, pero que ya no consiguen encontrar la satisfacción sexual: buscan y buscan pero no encuentran nada, y son desgraciados hasta los tuétanos. Por otro lado tienes varios miles de millones de individuos que no tienen nada, que se mueren de hambre, que mueren jóvenes, que viven en condiciones insalubres y que sólo pueden vender sus cuerpos y su sexualidad intacta.

Es muy sencillo, de lo más sencillo: es una situación de intercambio ideal».

A pesar de tener las estanterías llenas de libros y cómo aquel que dice, aun con el precinto intacto, de vez en cuando gusto de pasear por las librerías de mi ciudad, simplemente a ver que hay. Nada más entrar echo un rápido vistazo a las novedades, paso por la sección científica y al final siempre acabo en el rincón destinado a los libros de bolsillo. Allí me dejo llevar por mi estado de ánimo, por los diseños, títulos, portadas, autores etc. y casi inevitablemente siempre acabo con alguna nueva adquisición. De esta manera, gracias a un nombre enrevesado y una portada sugerente, mis ojos se posaron sobre Plataforma de Michel Houellebecq para descubrir un Enfant terrible que entra directo al top ten de mis escritores favoritos.

Aun siendo la primera novela que leo de este autor, me parece que en Plataforma se condensa toda, o si no toda al menos gran parte, de las características que han llevado a Houellebecq a un éxito tan rotundo. Aunque odiado por muchos, por su manera directa y objetiva de afrontar temas espinosos o peliagudos o por su cinismo y chulería, también es amado por la otra parte de la sociedad, la que disfruta del desmenuzamiento de tabús. Yo personalmente me encuentro en esta segunda mitad, la que disfruta de la sátira social y sabe discernir la literatura de la realidad y la que agradece la honestidad sincera y sin perífrasis.

Para que os hagáis una idea, el libro trata la temática del turismo sexual y todo lo que orbita a su alrededor, desde el simple deseo sexual y la búsqueda de contacto humano en la insatisfecha vida del protagonista, hasta el negocio que de esta clase de turismo se desprende. Valiéndose de este contexto Houellebecq aprovecha para atacar directamente a la sociedad occidental, por su pérdida de valores y el desligamiento que estos seres muestran hacia cualquier tipo de sentimiento ajeno. Soledad, individualismo, egoísmo...

«El deterioro de la sexualidad en Occidente era, sin duda, un fenómeno sociológico y masivo, y resultaba inútil intentar explicarlo mediante tal o cual factor psicológico individual

Nos hemos vuelto fríos, racionales, extremadamente conscientes de nuestra existencia individual y de nuestros derechos; ante todo queremos evitar la alienación y la dependencia»

De Plataforma también me ha gustado el trato que le da a las escenas sexuales. Es la primera vez que leo sexo tan explícito y para nada he quedado saturado ni asqueado. Si que es verdad que abundan y llegan a convertirse en algo sin lo que la novela creo que no funcionaría, pero no obstante me parecen refrescantes y muy necesarias, sobretodo a partir de la mitad de la novela, cuando la trama comienza a profundizar en aspectos relativos a la industria del turismo y su trasfondo empresarial.

En conclusión, para afrontar a este polémico pero exitoso escritor francés, ganador del premio Goncourt 2011, hay que hacerlo desde la objetividad que nos ofrece su manera simple, casi pragmática, de afrontar ciertos temas. En mi opinión parece que a Houellebecq le guste jugar al abogado del diablo y ofrecer siempre la otra cara de la moneda, darle la vuelta a la tortilla a esos temas que en esta vanagloriada moderna sociedad aun siguen enquistados. Una lectura muy recomendable que con un lenguaje muy sutil y explícito va calando poco a poco.

Fd: El lector Invisible


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